domingo, 20 de abril de 2014

"No es necesaria experiencia. Buscamos por físico"

Hace unos meses — el tiempo pasa rápido, muy rápido — en el tablón de anuncios de la escuela de cine donde imparto clase apareció un anuncio para un casting. Como suelo leer todos los anuncios  tanto para matar el tiempo entre clases— ése que luego, para castigarme, pasa aún más rápido cuando quiero detenerlo — como para avisar después a alguien que estuviera interesado, se me mezclan los requisitos que pedían. Ya no recuerdo si, como casi siempre, requerían actrices jóvenes y bonitas y hombres maduros e interesantes. Tengo que reconocer que me fascina esta combinación. Es un ejemplo de una ideología casi burda por evidente. Sí hubo un requisito que se esculpió a fuego en mi memoria. Decía algo así: "No importa experiencia. Elegimos por físico".
Quizá por eso mismo, porque en muchas ocasiones se elige por físico, el cine español esté plagado de actores que no vocalizan. O de actrices que parecen eternamente adolescentes.
Para el actor el cuerpo es su instrumento de trabajo. Debe moldearlo (y con moldearlo quiero decir aprender a moverse y a transmitir emociones), pero en él no radica el talento. Incluso si nos guiáramos estrictamente por la belleza, en cine o en televisión es importante que los actores den bien en cámara. Todos conocemos a gente guapísima que cuando se les hace una foto su rostro se deforma en un rictus extraño; personas que parecen perder su belleza en el trayecto que va desde la luz reflejada hasta el sensor de la cámara. Una belleza escurridiza y acuosa la suya.
 Aquel anuncio me provocó sentimientos encontrados. ¿No es, al menos, loable que hayan sido sinceros? ¿No se elige casi siempre por el físico? ¿Es mejor la hipocresía? ¿No sería más fácil que los alumnos de interpretación gastaran su dinero en cirugía estética en lugar de intentar formarse como actores? La respuesta es un rotundo no. Tanto si se expresa abiertamente como si se hace de forma implícida, es igualmente detestable.