miércoles, 12 de marzo de 2014

La soledad bajo la campana de cristal

Hoy he acabado de leer "La campana de cristal" de la escritora estadounidense Sylvia Plath. Es una de sus obras más conocidas y en ella  narra su ingreso en varios psiquiátricos durante su etapa universitaria. Copio una reflexión que hace en las páginas finales antes de enfrentarse a la reunión en la que se decidirá si le dan el alta:

 "¿Cómo podría yo saber si algún día en la universidad, en Europa, en algún lugar, en cualquier lugar, la campana de cristal con sus asfixiantes distorsiones no volvería a descender?
¿Y no había dicho Buddy como para vengarse de que yo estuviera desenterrando el coche y él tuviera que permanecer inactivo: Me pregunto con quién te casarás ahora, Esther?"

Vayamos por partes porque la reflexión tiene miga.

La campana de cristal, que para la autora separa a los sanos de los cuerdos, ahoga a la protagonista en su soledad. Le hace sentirse inadaptada, incapaz de enfrentarse a la vida diaria. ¿Os suena esa sensación? Y cuando está a punto de volver a su vida cotidiana teme que esa campana vuelva a separarla de una normalidad en la que ella no acaba de encajar. Yo soy yo soy yo, se repite Esther Greenwood, la protagonista y álter ego de Plath, varias veces durante la novela. 

La segunda parte de la reflexión, además de subrayar las expectativas sociales para la mujer en aquella época, muestra uno de los grandes miedos de las personas que han sufrido (o sufren) un trastorno psicológico. ¿Y ahora quién me va a querer? Eso unido a una baja autoestima y a una incapacidad absoluta para estar solos las convierten en auténticos imanes para las relaciones destructivas, asimétricas. Una vez están repartidas las etiquetas (yo soy el sano-tú eres el loco) la persona duda constantemente de sí misma."Porque sueño, yo no lo estoy" se decía el inolvidable Léolo en la película del mismo nombre para desligarse de la locura de su familia. Del mismo modo, la persona con un trastorno psicológico se repite: "Porque lo estoy, no tengo razón. No puedo tenerla". Porque la campana ha caído sobre ella, la lógica está fuera de su alcance. Sus argumentos pertenecen al mundo de lo irracional, de lo extraño, de lo llamativamente extraño. La persona que está a su lado se encargará de recordárselo.

En realidad, las campanas aislantes no tienen nada de malo. Es más, pueden ser hasta sanas cuando el mundo se vuelve caótico. Lo verdaderamente malo es sentirse solos bajo ellas.Temer la soledad en lugar de disfrutar de los momentos en soledad. Y  entonces, en un ambiente caldeado por el miedo,  los gérmenes crecen. 

Tú eres tú eres tú. Es una máxima irrefutable. Y lo que no eres tú, lo que está pegado al imán, si lo decides y confías en ti mismo, si desactivas la polaridad, acabará yéndose. 
 

2 comentarios:

B84 dijo...

Desde que leí esta entrada, hace poco más de una semana, busqué el libro y a penas me quedan 1/3 para terminar, pero reconozco que me está costando, y a mi leer no me suele costar, al contrario...¿por qué este libro sí?
Porque, aun para personas sin ningún tipo de patología, estas páginas guardan mucho que analizar, necesita estar abierto a acoger toda "su miga", masticarla bien, y después, si puedes, tragar.
¡Quizás ahí está el problema! Cuando tienes un problema de alimentación, todos podemos entender que lo de masticar cuesta, pero lo de tragar, ya es misión imposible (capítulo? perdí la cuenta!), sobretodo imposible según nuestro momento, o mejor dicho, como me dice y repite Nuria, según el momento del detestable "monstruo" o "bicho", o más sincera y fríamente, "enfermedad". Cuando estás a la alza todo pasa, cuando vas hacia el fondo del pozo, todo se te atraganta...
Y eso es lo que me está pasando, esta resbaladiza y cruel enfermedad me hace sentir muchas de las vivencias, sentimientos y comentarios de Esther, la protagonista, como si fuese yo misma la que narra. De todo lo que leo de R.J., para mi destacan 3 puntos...

1_asumir que, esa frágil pero cruel campana, cayó también sobre mí, yo también me he quedado fuera, en ese submundo de lo que es normal, aunque ¿quién sabe qué es normal?, es más, ¿quién es normal?,…el caso es, no obstante, que por tanto, me guste o no, yo también estoy enferma
2_sentir la soledad, aun cuando todos te rodean y todos creen que te ven, todos creen entender, todos creen actuar para tu bien, en verdad todos se hacen nadie porque aun estando ante todos esos, tú te sientes transparente (como si el cristal ocultase tu ser opaco), y tan sólo existen 2 ó 3 personas a tu lado que sí llegan a comprender, que sí te entienden, TE ENTIENDEN de verdad, solo 2 o 3 comprenden lo que sientes, lo que vives, cómo piensas tú y cómo lo hace la enfermedad, sólo ellos saben cuándo hablas tú y cuándo habla y te traiciona la enfermedad, algo que ni yo misma llego a ver en un sinfín de ocasiones,...sólo algunos son capaces de llegar a donde todos creen hacerlo, pero no es verdad, casi nadie puede, y por tanto, casi nadie hace ni dice ni hace nada que ayude... Al menos en mi caso, sólo quien realmente ve a través de mi propia piel, sabe quién y como soy, y sólo, SÓLO ELLOS (repito 2 o 3) actúan como preciso...sólo ellos me ayudan a recordar que "yo soy yo", que "yo valgo por quien yo soy en verdad" aun viendo que no soy perfecta, no precisan que lo sean, es más, ni siquiera quieren que lo sea!!!, me recuerdan que en mi soledad "yo jamás estoy sola porque ellos jamás me dejarán de acompañar"...y aquí justo viene el tercer y último punto (que me extiendo, sorry..)
3_ese sentimiento de no saber quién me va a querer ahora, así, si yo misma no me quiero, no me aguanto,..si la lógica, lo racional bajo esta campaña no me perteneces, sí dudo y dudo qué es qué, como el famoso escrito titulado “sueño o realidad",..cargada de miedos, asustada..
Yo también soy yo, pero se me olvida con frecuencia, y aún así no puedo más que dar gracias, porque al menos en lo fundamental soy muy afortunada, ellos no lo dudan, son pacientes, son sinceros, me apoyan, y me recuerdan esta “máxima “ y todo lo bueno que conlleva.

R.J. dijo...

Hola, B84:
gracias por compartir todo esto. Es verdad que cuando cae la campana, puedes sentirte sola pero también es una gran oportunidad para mirar dentro de uno mismo y entonces encontrar a esa persona que estará contigo toda la vida: tú misma.
El apoyo de los demás es fundamental, por supuesto. Pero más lo es el apoyo de uno mismo. Y lo curioso es que cuando sales te das cuenta de que esa soledad, ese sentir que nadie te entiende, lo tiene prácticamente todo el mundo sólo que la gente enferma lo lleva como conflicto en lugar de aceptarlo.
Desde aquí te mando todo mi ánimo. Muchas gracias por leerme.