Hace unos días, a raíz
de mis reflexiones sobre por qué no lograba tener días tranquilos y felices
como cualquier joven de mi edad, mantuve una interesante conversación acerca de
cómo funciona (o "disfunciona", mejor dicho) la mente de una persona
que ha sufrido o está sufriendo un TCA, en lo que respecta al sentimiento de
responsabilidad y las sensaciones que se tienen en función de si hemos cumplido
con ella o no.
Siempre he intentado
hacer las cosas, además de perfectas, de la forma más difícil posible ya que
eso significaba realizar un esfuerzo extra, lo que, en mi opinión, tenía mucho más
mérito y me llevaba a pensar que la recompensa ante tal sacrificio sería mayor.
Para una persona con la autoestima baja, esto significa un refuerzo continuo de
su valía personal, “un recurso” con el
que poder tener la sensación de que sigue sirviendo para algo.
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Los pensamientos obsesivos no nos dejan disfrutar de la vida |
Esta faceta de mi personalidad, cargada de auto exigencia,
empezó siendo algo pequeño y sin demasiada importancia pero, al igual que
ocurre con todas las obsesiones y dependencias, al final dejé de ser yo quien
controlaba la situación. Finalmente los pensamientos negativos y
auto destructivos terminaron por controlarme a mí y devoraron cada parte de mi
vida: mis estudios, mi trabajo, mis amistades, mi pareja, mi familia…
El primer caso que
recuerdo es cuando estaba cursando la E.S.O. Me sentía bien estudiando hasta altas
horas de la madrugada, aunque no tuviera realmente tantas cosas que hacer. De
hecho, siempre me iba a la cama pensando que aún podía dar más de mí misma. Me
encantaba estudiar y adoraba lo que estudiaba, pero no era capaz de disfrutarlo
porque yo misma me lo impedía con ese afán de auto explotación. En pocos meses,
casi sin darme cuenta, la obsesión se trasladó a mi cuerpo y ahí se desencadenó
todo un huracán de sentimientos encontrados y problemas que explotaban: la
anorexia.
Durante el tratamiento
de la anorexia y hasta que la superé, creí que una vez aniquilado este fantasma
ya no volvería a sentirme mal, pero con el tiempo me di cuenta de que para ello
aún quedaba lo más importante: aprender a ser buena conmigo misma y hacerme
feliz. Eso es lo realmente difícil para una mente distorsionada. Cuando conoces
algo durante mucho tiempo, aunque sea malo, te da miedo desprenderte de ello
porque no sabes qué hay al otro lado e incluso piensas que puedes perder parte
de tu personalidad. Como ya os he dicho en otras ocasiones, es el turno de
creer en las palabras de otros y no bajar la guardia; tienes que recordarte a
cada minuto que puedes y te mereces ser feliz, que es un derecho mirar el lado
bueno de las cosas.
Algo muy común en las
personas que tienen este tipo de personalidad tan auto exigente es que con
frecuencia confunden el hecho de ser buena hija, amiga y pareja con la creencia
irracional de que deben hacerse cargo de los problemas de los demás. Tú te ves
con la fuerza de un elefante para luchar contra viento y marea, has superado la
anorexia así que ya nada puede contigo, y acabas convirtiendo los problemas de
los demás en los tuyos propios.
La cuestión es que, pese a tu buena intención y
por mucho que te esfuerces, las cosas no siempre salen como queremos, y cuando
esto pasa, no te respondes a ti misma con un "c'est la vie" sino que
te auto fustigas con el pensamiento de que deberías haber sido capaz de hacer
mucho más. A pesar de que se trata del problema de otra persona, tú lo ves como
una derrota personal y te preparas para esforzarte más en el próximo asalto.
Como he dicho, lo hacemos porque queremos ayudar a los que más queremos, por lo
que no hay nada que recriminarnos, pero si analizamos la situación y la miramos
con un poco de perspectiva, lo que en realidad estamos haciendo es subestimar
la capacidad de los demás para resolver sus propios asuntos, juzgar continuamente al de enfrente y, finalmente, anular tus reductos
de felicidad.
La vida no es vivir
conforme a un plan establecido, es disfrutar de lo bueno y aprender de lo malo,
por lo que malgastar tu tiempo esforzándote en pasarlo mal por algo que en
realidad sabes que puedes disfrutar, es absurdo y la recompensa que buscas no
es real.
Amiga, tú que nos lees y
también sientes esta mal entendida responsabilidad, intenta por una vez en
pensar que debes hacer caso a tu corazón y parar cuando éste te lo pida,
respetar las situaciones y a las personas y entender que entre el blanco y el
negro hay una escala de grises. Disfruta de lo que te hace feliz y ten el valor de abandonar aquello que te hace sufrir.
Ahora mismo te puede
parecer imposible, te entiendo porque estaba en tu misma situación hace una
semana. Pero por imposible que te parezca, hay un día en el que la cabeza te
hace "click" y decides definitivamente cambiar tu actitud ante la
vida. Aunque suene increíble, cuando verdaderamente te decides a hacerlo, te
das cuenta de lo mucho que puedes vivir en tan sólo 72 horas…
No te metas prisa a
llegar a este punto pero, cuando por tus venas corra la primera gota de fuerza
para agarrarte a este espíritu, móntate en la barca y deja que la vida te lleve
de nuevo a tu Ítaca ya que, aunque te parezca que la olvidaste hace mucho,
siempre regresarás a la felicidad innata y natural que tú misma te arrebataste.
Sólo tienes que intentarlo fuerza.
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