Si hay algo que me molesta, y mucho, es toda la sarta de personajes famosos que anuncian su victoria sobre la anorexia.
No es que piense que la enfermedad no se puede vencer, no es eso. Hay un mensaje que debe prevalecer por encima de todo: de la anorexia se sale.
Lo que me enerva y me provoca una punzada persistente justo en el centro del estómago es cómo lo cuentan y, sobre todo, el desenlace final de sus historias.
Estoy convencida de que ninguna de ellas ha leído "El héroe de las mil caras" de Joseph Campbell. Si lo hicieran, se darían cuenta de que su relato sigue exactamente los mismos pasos que el autor marca para las historias de ficción. Resumo los 12 estados por lo que, según Campbell, pasa el héroe:
1) Mundo ordinario: es la vida cotidiana del héroe antes de que empiece la aventura.
2) La llamada de la aventura: presentación del problema o desafío
3) Reticencia del héroe o rechazo de la llamada: el héroe se resiste a enfrentarse a ello.
4) Encuentro con el mentor o ayuda sobrenatural: alguien le instruye y le ayuda.
5) Cruce del primer umbral: abandono del mundo ordinario y entrada en el universo mágico.
6) Pruebas, aliados y enemigos: diferentes pruebas en las que tendrá enemigos y aliados.
7) Acercamiento: éxito en las pruebas.
8) Prueba difícil o traumática: es el enfrentamiento más difícil, normalmente a vida o muerte
9) Recompensa: al salir victorioso de la muerte, gana una recompensa.
10) El camino de vuelta: regreso al mundo ordinario
11) Resurrección del héroe: debe aplicar lo aprendido en una nueva prueba
12) Regreso con el elixir: vuelve al mundo ordinario y usa el elixir (la recompensa) para ayudar a los otros.
Apliquémoslo a un caso de "relato de resurrección": una chica cree que tiene que adelgazar porque así tendrá más éxito con los chicos. Su mundo es aburrido, la cotidianeidad le exaspera. Comienza a dejar de comer, pero hay momentos en los que no puede más y abandona la dieta que se ha autoimpuesto. Es entonces cuando conoce a una amiga que le enseña ciertos trucos y la inicia en la anorexia. Poco a poco se va desligando de sí misma. Su sentimiento de despersonalización crece. En ese mundo irreal tiene que hacer frente a los comentarios e intentos de que vuelva al mundo ordinario por parte de sus familiares (sus nuevos enemigos). Tras años así, finalmente tienen que ingresarla y es allí donde se da cuenta de que su vida merece la pena y de que tiene que luchar contra la enfermedad. Entonces comienza el camino de vuelta al mundo ordinario: empezar a comer para que las distorsiones cognitivas se espacien y puedan desaparecer finalmente. En ese camino de regreso habrá recaídas que lejos de vencerla, le harán mucho más fuerte. Una vez curada, se dedicará a ayudar a los demás y a divulgar su historia en los medios de comunicación.
Una bonita historia, ¿verdad? ¿Qué es entonces lo que me enerva? Que esas mujeres siguen estando extremadamente delgadas. Que son mujeres de éxito. Que muchas son modelos, una profesión en la que precisamente no se valora la naturalidad ni el "elixir" con el que nos sermonean las heroínas una vez han vuelto. Y, sobre todo, que no cuentan la verdad. Parece que un buen día entraron en la enfermedad y al día siguiente salieron, victoriosas, con éxito, bellísimas, de ella.
La vida real tiene un desenlace distinto al de la ficción. Aun en los casos en los que se regresa, el encuentro cara a cara con el infierno jamás deja a la persona igual. En la resurrección siempre se pierde una parte de uno mismo y el camino de regreso es largo, muy largo. El infierno te deja un sabor de boca amargo que en los mejores días apenas se nota, pero que en los malos te baja por la garganta y el esófago hasta llegar al centro del estómago y te punza para recordarte que una vez estuviste allí.Que tú misma decidiste bajar y que incluso disfrutaste del calor durante un tiempo.
Hay un mensaje que, como he dicho, debe priorizarse: de la anorexia se sale.
Y una verdad rotunda, apriorística, sin matices, contundente, como un parterre en la hierba recién cortada: el infierno, ni pisarlo.
1 comentario:
Hola a todas,
Como a la escritora de esta entrada, a mí hay una cosa que me hace también mucha gracia: normalmente esta gente conocida que relata sus experiencias echan la culpa a los medios de comunicación, los anuncios, las pasarelas, etc. Y, en cambio, no salen de ese mundo e incluso se meten más en él.
¿Dónde está su autoridad moral para hablar sobre el tema? ¿No se les cae la cara de vergüenza de mostrarse como ejemplos a seguir cuando creo que son completamente conscientes de que en realidad no lo son?
No critico que difundan el mensaje de que un TCA se puede superar, lo que critico es que se comporten como la voz de todas las personas que padecen o han padecido estas terribles enfermedades porque las historias reales no se parecen en nada a los que esas personas narran.
En mi opinión, los testimonios de estos personajes son contraproducentes a la par que instrumentos para potenciar su fama abusando del desconocimiento social sobre los trastornos psicológicos.
Saludos.
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