Nuestra protagonista de hoy se llama Vera. Es una chica de 27 años de edad que, aunque hoy está bastante recuperada de su trastorno de alimentación a nivel físico, a nivel emocional aún le queda todavía por hacer. Ya sabéis que la parte física de un TCA es solo la punta del iceberg, y que lo realmente importante es siempre lo que hay detrás de él.
Vera aún no consigue gustarse a sí misma, así que sabe que el primer paso para conseguirlo es empezar por aceptarse. Vera cayó en las garras de los trastornos de alimentación con 16 años. En aquellos momentos estaba estudiando en el instituto y hasta hacía poco había sido una chica completamente normal. Lo cierto es que siempre había tenido un poco de dificultad para decir que no a las personas, pero nada con una importancia exagerada.
Sin embargo, sin saber muy bien la causa, esta tendencia de Vera fue poco a poco acentuándose. Temía herir a los demás, y en muchas ocasiones, actuaba por y para ellos, poniéndolos incluso por delante de sí misma. Tanto es así que, con 17 ya cumplidos, empezó a salir con un chico (tras meses y meses de insistencia por parte de él) con el que estuvo cuatro años y medio y del que no llegó a sentir verdadero amor (eso lo sabe ahora, después de mucho tiempo). Le quería mucho, no quería perderle y tenía miedo de que eso pasara si ella no aceptaba.
Vera no se daba cuenta en ese momento, confundió amistad y admiración con amor, llegando a autoconvencerse de que él era lo mejor para ella y de que le quería con toda su alma. Durante esos cuatro años y medio empezó su auténtico declive. Sus amigas se echaron también novio y dejó poco a poco de verlas.
El nivel de estudios en el bachillerato era mucho más elevado de lo que lo había sido durante la ESO, así que, presa de una auténtica necesidad de dar lo mejor de sí misma en el nuevo curso y víctima de una crisis de identidad en la que ella misma se introdujo, Vera acabó deprimiéndose. Centró toda su atención y energía vital a estudiar todas las tardes en la biblioteca para ser la mejor estudiante del mundo. Al mismo tiempo un día, a la hora de ducharse se miró detenidamente y se vio gorda. No lo estaba en absoluto, pero se propuso adelgazar. Ya llevaba bastante tiempo haciendo cosas muy extrañas con la comida, pero esta vez iba a tomárselo en serio. Aprendió a vomitar y consiguió adelgazar y mucho. Obtuvo también las mejores notas de su clase, de todo su curso, además.
Aunque le sigue costando mucho identificar cuáles eran sus sentimientos entonces, según me cuenta ella, en el fondo de su interior, en lo más profundo de su corazón se sentía muy sola. Lo que estaba pasando es que no se entendía a sí misma, no sabía por qué se sentía tan mal y trataba de forzarse a sentir de otra manera, pero cuanto más lo intentaba, menos lo conseguía. Llegó a la conclusión de que encerrándose en su mundo de estudio y delgadez conseguiría dejar de estar amargada sin saber que acabaría empeorando, con mucho, las cosas. Yo pienso que ella buscaba a alguien que la entendiera, que le supiese decir qué era lo que no iba bien, qué le estaba pasando y por qué. Que alguien se lo explicara era completamente imposible, ni siquiera ella lo comprendía.
El problema es que Vera no conseguía darse cuenta de que no estaba siendo ella misma, de que continuamente se negaba a sí misma, se boicoteaba y se censuraba, no dejaba aflorar la verdadera persona que llevaba en su interior. Su miedo (un miedo irracional) a todo, a absolutamente todo, acabo arrastrándola por aquellos caminos que los demás le indicaban, sin pararse a pensar qué era lo que en realidad deseaba y quería. Sin quererlo se había convertido en un mera espectadora de su vida, en lugar de ser la actriz principal.
Con el paso del tiempo, Vera comenzó a aislarse. A no querer conocer a la gente, a no disfrutar de una conversación con alguien querido. Lo que tenía era mucho miedo a establecer nuevas relaciones sociales y que los demás se dieran cuenta de lo rara que era. En realidad no era tan rara, pero ella lo creía tanto así, que acabo siendo así. Se sentía torpe cuando estaba con la gente, le daba la sensación de que estaba haciendo el ridículo y cada vez que eso pasaba se sentía más miserable. Estaba segura de que nadie en este mundo era tan poco "querible" como ella, de que no había un sitio adecuado ni una persona con la que se entendiese. Además era muy duro tratar siempre de parecer contenta y feliz, para ella eso suponía un esfuerzo sobrehumano y por eso prefería la soledad a tener que exponerse a los demás.
"Eres una chica solitaria", le habían dicho alguna vez. Y sí, era así. Buscaba la soledad como las plantas buscan el sol, a pesar de que no disfrutaba en absoluto de ella. Cada día que pasaba sola, evitando cualquier tipo de actividad que conllevara estar con los demás, era otro motivo más para recordarse lo desgraciada que era, pero lo prefería a tener que pasar el calvario de tratar de pasar por una persona normal, de tratar de caer bien, de estar a gusto. Estaba segura de que cada vez que quedaba a tomar un café con alguna compañera de universidad se comportaba, aunque quisiera evitarlo a toda costa, como en realidad se sentía: con ganas de irse de allí. No podía evitar estar pensando en otras cosas en lugar de estar en la conversación... pensamientos tipo "qué fea se ha puesto", "qué tía más rara", "debe estar un poco loca" y similares.
Después de contarme su historia -que he resumido muy brevemente aquí- he llegado a la conclusión de que Vera seguía el siguiente esquema:
Baja autoestima - Inseguridad - Incapacidad para decir no - Perfeccionismo - Negación e incomprensión de sí misma y búsqueda de respuestas en los demás - Abandono de la búsqueda de respuestas y de la aceptación por parte de los demás - Aislamiento y soledad autoinducidos pero NO DESEADOS.
Vera solo tiene su historia. Y aunque existen miles de historias iguales o peores, ésta es una historia ligada inevitablemente a la soledad. No soledad en sentido de que no haya nadie más, ya que ella siempre ha estado rodeada de gente: su familia, su novio, sus amigos, compañeros... gente que además se ha desvivido por ella. Me refiero a la soledad provocada por su propia ausencia. A la soledad provocada por un inmenso vacío que solo ella tiene la potestad de volver a llenar.
El miedo siempre ha sido su principal enemigo. La vida es demasiado corta como para temer tanto. El miedo hace que nos cuestionemos absolutamente todo para tomar las decisiones más adecuadas, como si fuésemos a vivir eternamente. A veces hay que quitar un poco de importancia a la vida para darnos cuenta de que si nos la tomamos tan en serio no seremos capaces de disfrutarla. Y el tiempo vuela. Para todos.
Si te sientes como Vera, continúa mirando en tu interior. Las respuestas no las tiene nadie, están dentro de ti. Si las buscas, las encontrarás.
5 comentarios:
Impresionante historia...
Me gusta esta iniciativa, al menos intentáis ir más alla de lo que hay tras un peso bajo.
Hola, Nuria, María Jesús y seguidoras.
Detrás de cada TCA hay una historia peculiar y nada bonita, como estáis explicando.
Como vosotras habéis expuesto y yo he señalado en otro comentario, la desnutrición es relativamente "rápida" de curar...Pero lo que subyace es lo que se mantiene en el tiempo y tienes que luchar cada día contra ello.
El primer miedo que aparece es el provocado porque no te gustas a ti misma y, por lo tanto, intentas buscar la aprobación ajena. Es por ello que intentamos ser las mejores en todo: la mejor estudiante, la mejor amiga, la mejor novia... Y eso te lleva a perderte en el camino porque te olvidas de quién eres tú y encontrarse de nuevo es realmente difícil. Tan difícil, que necesitas pasar por un proceso en el que haces un acto de fe e intentas creer lo que los que te quieren dicen que es maravilloso en ti, aunque tú te veas como un envase vacío.
En mi caso, actualmente estoy pasando por uno de esos periodos de miedo, y hace ya 9 años que dejé atrás la anorexia.
Para poneros un ejemplo, llevo trabajando con niños desde los 16 años y he cursado una carrera de Magisterio. Ahora trabajo en un cole y cada día que entro en clase, en lugar de disfrutar al 100%, tengo miedo. Cuando empecé, continuamente decía a mi familia que "No me conocen, se han equivocado conmigo. Han contratado a la persona incorrecta. Hay mucha más gente ahí fuera que sabe hacerlo el doble de bien". Esto es sólo un ejemplo, pero cuando continuamente tienes pensamientos de ese tipo, terminas pensando que no vales y que perderás todo lo que tienes,alimentando el miedo con más miedo. Así, muchas veces lo único que quieres es estar sola para no exponerte a perder a nadie ni a que los demás te puedan decir lo poco que vales, lo rara que eres, aunque no sea verdad.
El otro día alguien me dijo una cosa importante: los colores no son mejores ni peores, no se pueden comparar, son diferentes.
¡CHICAS, SOMOS COLORES, FORMEMOS UN MARAVILLOSO ARCOIRIS!
Pues sí, la verdad es que tienes toda la razón. ¡Cada una es un mundo! Es imposible agradar a todos, así que asumamos que vivir supone que a veces agrademos, otras veces no lo hagamos. Supone estar bien y supone estar mal, reír y llorar, ganar y perder...
¿Qué sería de la vida si no hubiera ningún problema en el camino? Un auténtico aburrimiento. Los obstáculos son los que dan sentido a las cosas buenas que nos pasan.
El miedo paraliza y consigue que no nos atrevamos a ser nosotras mismas, perdiéndonos así lo que supone la vida: tanto lo bueno como lo malo.
Gracias por vuestros comentarios! :)
Chus! Me ha gustado mucho el blog. Curiosamente la historia de Vera refleja muchísimo mi propia historia. Incluso ya recuperada siento ese miedo a veces, esa sensación de soledad que describes. Desgasta mucho intentar ser lo que no eres o estar constantemente deseando ser otra persona. Seguiré leyendo por aquí, un beso. Coro (ya sabes quién...)
Soledad..esa palabra que todos usan,pero que no todos entienden, pues no se sabe qué y cómo es si lo has llegado a sentir de verdad en tu carne, debajo de tu piel..pero Vera sí,ella sí sabe de qué habla,y me ayuda a saber que no solo yo soy "tan rara"..y en su lugar,cada una de las que estáis o estamos aquí, podemos poner nuestro nombre, yo puedo, yo también sé lo que es miedo, sé lo perdida que te sientes cuando crees no gustar a nadie, cuando luchas y te esfuerzas por una sola palabra de reconocimiento, pero nunca llega,y en un intento desesperado de entender por qué, un día ves tu reflejo en el espejo y lo entiendes..
Yo también lo entendí cuando me paré ante ese reflejo, ante mi, cuando me miré de arriba a abajo, cada parte de mi cuerpo, del que veía, pero también de lo que sentía por dentro, tras darme mi tiempo, luego miré a mis propios ojos,que de repente se convirtieron en hielo,y me di la respuesta.."doy asco!"..y la Soledad y el Miedo dolían por dentro,según ese hielo me iba rompiendo..
A día de hoy,sigo luchando contra el proceso de congelación, sigo intentando deshacer el frío hielo, sigo soñando con su transformación en agua que pueda fluir,y así,VIVIR!!!
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